Un ejercicio de broma visual -no logrado del todo-: como las figuras imposibles, en que cada lado de la imagen es coherente pero entre ellos no, en esta el juego sería que al girarla noventa grados lo que pasarías a ver es una piscina en la que quien no encaja es el limpiaventanas... Está inspirada en el trabajo de un ilustrador norteamericano llamado Guy Billout, de quien se ve poca obra por internet y a unos tamaños muy reducidos, pero que hace cosquillas en la zona del cerebro donde se activa la imaginación.
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Dice un amigo mio que la pandemia actual es el Sida para todos los públicos. Desde luego va a cambiar la forma de relacionarnos, y nos va a llevar, al menos a un par de generaciones de adultos, creo a los muy jóvenes no, a relacionarnos, digo, con la distancia un tanto histérica de los japoneses.
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Hablando de los jóvenes: qué ocasión para el romanticismo. Sabiéndose casi a salvo, pero con el nervio de todos modos un poco en el cuerpo, imagino a parejas formadas antes-de, o incluso durante, a través de las redes sociales, saliendo de casa en plena madrugada, cuando la familia de ambos duerme, para verse a escondidas en los portales, incluso salir a los parques, refugiándose en las sombras al sentir pasos o el motor de un coche, previsiblemente de la policia... No deja de ser la imagen arquetípica de la novia descolgándose del balcón para encontrarse con el amado, o de él subiendo por una escala o una sábana hasta la habitación de ella. Ellos lo van a vivir de otra manera. Y también lo van a contar luego.
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El darwinismo brutal ese anglosajón de que se infecte todo el mundo. En números seguro que encaja muy bien, en plan de pérdidas de vidas humanas asumibles en una guerra: un uno o un dos por ciento de la población, en un país como Inglaterra con sesenta millones de habitantes son entre medio millón y un millón de fallecidos, pero probablemente serían al final muchos menos, habida cuenta de que la tasa de infectados, al parecer, está muy infraevaluada -se cuentan como positivos los que dan síntomas evidentes, pero habría muchos más portadores que ni lo sospechan siquiera-. Pero en ese pragmatismo inhumano hay un factor que no se ha tenido en cuenta, creo: las élites, políticas, intelectuales, empresariales, artisticas, científicas, son, como no puede ser de otra manera, gente mayor (y, además, todavía hoy, en su inmensa mayoría, varones, que doblan la tasa de fallecimientos de las mujeres), y, ¿qué sociedad soportaría un descabezamiento de la magnitud que se produciría en tres meses de dejar rampar a sus anchas al virus? ¿La pérdida de experiencia vital, de conocimiento? Lo digo aplicando exactamente el mismo criterio pragmático que usan ellos.
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En fin, amanece, que no es poco.
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