miércoles, abril 27, 2011

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A este tipo de situación, a saber, no iniciar nunca un trabajo porque uno no termina de 'documentarse', y aun más, uno busca el no terminar nunca de documentarse, habría que considerarla una variante de la célebre paradoja de Ulises y la tortuga... Mi versión favorita quizá, de las que pueda conocer sobre ese tema, sea el microrelato kafkiano Un mensaje imperial, aunque más ajustada sea El castillo (maldita sea, es ofensivo hasta el dolor del alma lo cercano que parece en el inmediato comienzo del relato). Mi admiración por Kafka sí que tiene un límite, que es el de la expresión, así que sólo puedo torpemente recomendar una vez más su lectura. Aunque eso, ay, les retrase en sus respectivos trabajos...

(El mar de libros es idea que debo a unas viñetas de David B. que vi en una serie que creo no ha concluido titulada Les incidents de la nuit y no publicada en España. Bueno, aprovecho para recomendarlo, y en concreto los dos relatos suyos que más me gustan, el preciosista Babel y la adaptación de la clásica leyenda de El profeta velado, incluida en el tomo El jardín armado. Tiene un estilazo de dibujo fascinante, encantador.)

2 comentarios:

Germán dijo...

En Barcelona hay un mercado de trastos "Los Encantes" donde hay puestos en los que exponen así los libros. Para buscar hay que caminar sobre ellos. Es como coger patatas.
Saludos.

javi dijo...

Ostras, qué bueno... :)