Dos.

Rotulador y ceras solubles en agua (marca Neocolor II, de Caran d'Ache).

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Lápiz, rotulador negro y Pettibon.

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Pesadilla

Me, mymismo y mi propio mecanismo.

Cada uno carga con su cruz, hecha de sus mismos huesos; qué le vamos a hacer.

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Cacique al modo antiguo.

Lápiz, tinta, rotuladores de colores, lápices de colores y ceras Manley. Tamaño 13x13.

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Vuelta el burro a la noria.

No pensaba subirlo, que dirán ustedes que siempre estoy con las mismas historias, pero... viene al pelo.

Dedicado al ahora ex-alcalde de mi famoso-por-un-día pueblo, a su colega, asesor y también exalcalde, y a los 40 millones de euros que podían haber servido para reparar y ensanchar las aceras y asfaltar las calles en condiciones de una putísima vez. Y sobraba, vaya que sobraba.

Luego dirán que si la abstención, que si el coco, que si la abuela también fuma. Que se vayan a mierda.

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Juventud dorada

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Rotulador de punta fina y rotulador permamente grueso negros, lápices de color y ceras.

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Un fantasma recorre Asia.

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Rotuladores, lápices de color, ceras solubles en agua, barniz fijador en spray, más lápiz de color, más cera, barniz de nuevo, etc.

Capitales y fronteras

Lápiz sin borrar, tinta, y rotulador gris 7 de Pantone, sobre un papel tipo acuarela, o sea, bastante secante para conseguir textura.

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Me encanta tropezarme con textos escritos en lenguas desconocidas por mi, lo reconozco; los muchos sentidos que puede tener ese conjunto de caracteres, todos igualmente posibles. Y como ponerle brazos a la Venus de Milo, saber que ninguna elección, ni la más afortunada, lo mejorará.

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En este caso, tenía en mente por un lado los personajes que dibuja Santiago Valenzuela, la forma en corren, y por otro un chiste que hicieron Ventura y Nieto en El Jueves, hace mil años, cuando lo de la plaza de Tiananmen; el chiste, genial, rezaba así: la única ideología de las botas es aplastar. De ahí me venía a mi la idea, únida a algo que había leído sobre virus, vacunas y así. Un tema interesante. Pues una vez hecho, tiempo después, me tropecé con una composición clavada en uno de El roto, en el libro El fogonero del Titanic (ed. Temas de hoy). Si podeis consultarlo, en la página 52. Y nuevamente recordé haberlo visto, tal vez ojeando ese mismo libro cuando salió, tal vez en El país. Frustración, y vergüenza, pues ya lo había enviado a un fanzine -o sea, que me gustaba- y me lo habían publicado, y pensaba que cualquiera que lo viese y conociese el de El roto, me señalaría como a un vulgar plagiario.

Estas cosas pasan, supongo...

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Ya había comentado que me gustaba Keith Haring... Pues eso. También las falsas ocurrencias, un recuerdo de algo visto o leído que de repente te salta en la cabeza sin que te revele su procedencia. Este es el caso de la polla-edificio del dibujo, que siempre lo he tenido por idea original, y un buen día, no hace mucho, me lo tropecé en una historieta corta en un tebeo. Y nada más ver la primera página recordé haberla ya leído de chaval. Lo bufo es que he vuelto a olvidar dónde fue -¿un Cairo, un Cómix quizá, el Zona 84?- y sólo recuerdo el tono onírico de la historieta en cuestión. Que en el campo de la creación una idea, una imagen, que uno tiene por propia se muestre como imitada, recordada, es algo así como ese sueño en el que uno sale a hablar delante de toda la clase y de repente se da cuenta de que está en pijama y descalzo.

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