sábado, abril 11, 2020

Vida en la granja.

Quizá, y solo quizá, esta crisis nos haga reflexionar sobre a dónde nos lleva el creciente orden industrial del mundo. No tanto por el confinamiento, aunque la reflexión sea a través de él, como por el tema residencias de ancianos, e, indirectamente, la producción de alimento animal, que es también un aspecto de lo mismo: hay que recordar la crisis de las vacas locas y alguna gripe aviar que ya ha habido; las condiciones en que se vive, personas y animales, cuando el criterio económico impera absolutamente y genera una eficacia deshumanizada. Mucho se lee sobre los mercados de animales vivos estos dias, el origen de esta peste actual, y bien va a estar que se prohiban totalmente porque son un escándalo, pero la producción masiva regulada no es mucho más bondadosa con los seres vivos, ni está tampoco exenta de riesgos, en su caso indirectos -hormonas de desarrollo o antibióticos que pasan a nosotros, cuyo efecto acumulativo está por comprobar; carne de muy baja calidad-. Esto puede sonar a hippiosidad y romanticismo ecológico, no digo yo que no, pero aun así, ese ser criados para la muerte de millones de animales no deja de parecerme un horror cada vez que pienso en ello. Lamento no ser capaz de ser vegetariano, me gusta la carne, aunque quizá sea más correcto decir que necesito comer carne cada cierto tiempo y eso se manifiesta en apetito por ella, aun así intento consumir muy poca; el desperdicio en esto me parece algo cercano al crimen.

2 comentarios:

Joselu dijo...

Una docena de huevos de gallinas libres cuesta tres veces más que una convencional. La ecología es muy cara, reordenar el mundo será muy caro y jodido porque el nivel de vida que conocemos se va al garete. El precio de la ecología es mucho más alto de lo que parece. Y en cuanto al vegetarianismo y la evitación del sufrimiento animal habría que considerar el coste de que toda la humanidad se hiciera vegetariana ecologista. No habría producción suficiente. Actualmente, el cultivo de superalimentos como el aguacate ¡qué rico! está devastando la selva amazónica para cultivarlo. Nada es fácil ni inocente. La tentación de la inocencia es poderosa.

j. dijo...

Yo pienso que bastaría con que no se desperdiciara comida... En la finca de la abuela de mi chica hay unos cincuenta árboles frutales, que cuidamos un poco de aquella manera, porque no sabemos bien, porque vamos cuando podemos -y ojalá nos dejasen ir ahora, porque allí contacto con otras personas, cero-, pues bien, hay una higuera de la que aprovechamos, para nosotros y familiares, haciendo mermeladas para todo el año, no creo que llegue a un diez por ciento de la producción... Y esos higos que se pierden, en realidad no se pierden: vuelven a abonar la tierra, alimentan a una miriada de insectos, o sea, ni tan mal: el problema es el alimento que llega a las casas y va a la basura. No creo en el vegetarianismo puro, yo he pasado igual dos semanas sin meter proteina animal para el cuerpo y me sentía mal, físicamente mal. Ahora, también pienso que no es necesario comer carne todos los dias, ni en las cantidades en que se hace... Entiendo lo que dices: una vez, no recuerdo con ocasión de qué, pasó por mis manos un cartón de leche de 'producción ecológica'. Venía de Austria. Hombre, será todo lo que ecológica que se quiera, pero el transporte desde Austria, por eficaz que sea, contamina tanto como los dos mil kilómetros de distancia que hay de carretera. Tócate las narices con esa producción ecológica, claro.