martes, marzo 24, 2020
Paisajes.
Ya había subido algún dibujo en este plan, son paisajes muy abstraidos, medio de memoria, medio inventados, hechos en trozos de cartulina que van quedando por ahí de otras actividades en clase... Son dibujos de Antes-de, pero quería aprovechar para contar una imagen que tengo en la cabeza desde el dia que se decretó el estado de alarma: cuando volviamos de la huerta en coche yo percibía el paisaje como sospechoso, cargado de amenaza potencial; y miraba para él como si quisiese ver, literalmente, el virus flotando en el aire; habiéndome dado cuenta de ello, pasé a pensar que eso era la visión de un paranoico y que no podía ser, pero que sí de alguna manera que nos había dado la espalda, como si hasta entonces hubiese sido el público de nuestro teatro y ahora mirase para otro lado, que el silencio no provenía de nosotros, sino de él. Esta es la sensación que más me llamó la atención de los primeros dias, junto con la de lo ridícula que se había vuelto la publicidad (aunque ya ha reaccionado, menudo es el capital para adaptarse): esos anuncios de coches y viajes y bancos y seguros que prometían satisfacción sin cuento se habían convertido también de pronto en estorbos de colores. (Luego ya la sensación que se me ha impuesto es similar a lo que se ve en los vídeos del maremoto de Japón de hace años: una ola que avanza de horizonte a horizonte, que provoca una destrucción lenta pero implacablemente mecánica: con el horror incrementado de lo que está sucediendo en algunas residencias de ancianos, que ahí es como si la ola se convirtiese también en fuego...)
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