martes, mayo 31, 2011

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Hace unos añitos estuvimos una semana en Londres, capital imperial. Tres cosas recuerdo sobre las demás: que, contra su extensión enorme, a pie de calle de barrio, se conservaba una escala de pueblecito, de villa, humana en definitiva; superponiéndose a esta impresión, un ir y venir abrumador de gente por todas partes, y es la segunda cosa que más recuerdo, cómo se gestionaba esto en flujos (supongo que si algún dia fuese a Tokio lo iba a flipar en serio), cómo se organizaban las entradas y salidas al metro, cómo había información allí donde posases la vista para que hicieses esto, para que hicieses lo otro; y lo tercero es la excelencia de sus artes decorativas e informativas, relacionado si bien se mira con las dos anteriores. Una maravilla los hermosos rótulos de tiendas y bares, el cuidado en hacer una decoración, una ornamentación acogedora, calida, incluso en algo tan antipático como son las verjas, que llegaba casi a disimular su función. Bien, recuerdo más cosas, claro está, pero esto es siempre lo primero que se me viene a la cabeza, y pienso qué buena cosa sería si aquí hiciesemos lo mismo y cuidasemos así la señalética y los detalles ornamentales tanto de tiendas como de edificios, cuánto más habitable sería todo...

El dibujo, nada, una tontuna que se me ocurrió a raíz de ello, un imaginario pub de jeviatas (ellos pillarán la referencia) que no se tomasen demasiado en serio a si mismos...

2 comentarios:

FHNavarro dijo...

Ja ja ja, el cerdo de los Maiden ;)

A mi Londres me encanta, si la comida no fuese tan puta mierda, hasta me plantearía a pasar más de una semana.

Un saludo

javi dijo...

Y cara...

Yo sentía a diario al volver al hotel una mezcla indescriptible de amor y odio, resultado de pasar por momentos de relajación casi bucólica y unos subidones de stress tremebundos...

Si pudiera, también volvía...

Un saludo!